REVIEW: "CHAINSAW MAN: EL ARCO DE REZE" - TATSUYA YOSHIHARA
El 24 de octubre se estrenó en España "Chainsaw Man: El arco de Reze".
Esta película de Tatsuya Yoshihara llega a nuestro país gracias a Crunchyroll y Sony Pictures y Hikari No Hana tuvo el placer de verla en los Cines Palafox de Zaragoza.
Tatsuya Yoshihara, quien trabajó como guionista gráfico, animador y director episódico de la serie "Chainsaw Man", regresa al estudio MAPPA ("Jigokuraku") y se pone al frente de una nueva entrega de la adaptación del manga de Tatsuki Fujimoto.La
cinta, cuyo título original es "Chainsaw Man Movie: Reze-hen", llegó a los cines japoneses el pasado 19 de septiembre, donde lleva recaudados hasta la fecha más de 7,9 millardos de yenes (aproximadamente 44,64 millones de euros), destronó a "Guardianes de la noche: La fortaleza infinita" del primer puesto de la taquilla en el fin de semana de su estreno y, desde entonces, lleva siete semanas consecutivas de liderazgo imbatible.
En España, la serie está disponible en Crunchyroll y distribuida en formato físico por SELECTA VISIÓN, mientras que su manga está siendo publicado por NORMA EDITRIAL.

Denji trabajaba como cazador de demonios para la yakuza, tratando de saldar la deuda que había heredado de sus padres, pero la yakuza le traicionó y le mató. Antes de perder el conocimiento, Pochita, el perro demonio con motosierra de Denji, hizo un trato con él y le salvó la vida. Así se fusionaron y crearon al imparable Chainsaw Man.
Ahora, en medio de una brutal guerra entre demonios, cazadores y enemigos ocultos, una chica misteriosa llamada Reze irrumpe en su mundo y Denji se enfrenta a su batalla más mortífera, impulsado por el amor, en un mundo donde la supervivencia no conoce reglas.
Bajo esta premisa, somos testigos de una tragedia romántica disfrazada de cinta de acción sangrienta y frenética como sólo podría salir del puño y letra de Tatsuki Fujimoto.
A lo largo de la cinta, vemos cómo Denji, un Mowgli de la gran ciudad, es humanizado por la mano de Reze, que es la clase de persona que aparece de repente y, como una ola, su
amor entra en tu vida, para luego desaparecer y maldecirte con la sombra
de su recuerdo.
Pero Reze no es una simple manic pixie dream girl, pues encierra una complejidad fascinantemente humana. Su forma de actuar es una reivindicación de su identidad, su cuerpo, su feminidad y su juventud ante un sistema que la deshumanizó y la redujo a ser un arma que lo dé todo por su país.
Reze empatiza con Denji y, a pesar de tener una misión que cumplir, de que todo empezara siendo una farsa, al final, él le da alas para soñar con una vida mejor; un claro ejemplo del cliché "uno se enamoró primero, pero el otro se enamoró más intensamente" por el que pagará un precio muy alto, pues sólo una puede reclamar el corazón de Denji y no conviene que las cosas se salgan de control, ¿verdad, Makima, rata de dos patas?
Con todo esto, la cinta es una una visceral y carismática matrioshka de sensaciones que cautiva al espectador no sólo con su trama, sino también porque le invita a meterse de cabeza en la madriguera del conejo y perderse en la búsqueda de los múltiples guiños que la plagan.
Desde su tratamiento del romance inspirado en "Antes del amanecer" (Richard Linklater, 1995) hasta el terror criminal de "Henry, retrato de un asesino" (John McNaughton, 1986) y el frenesí hilarante de "Sharknado" (Anthony C. Ferrante, 2013), pasando por el drama y suspense de "Gorrión rojo" (Francis Lawrence, 2018), la cinta es un homenaje constante al séptimo arte; aunque va más allá, referenciando piezas de otros medios, como el manga "Gyo" (Junji Ito, 2001) y el cuadro de Napoleón cruzando los Alpes (Jacques-Louis David, 1801).
Todo esto da como resultado una experiencia cinematográfica redonda que conquista al público y no deja a nadie indiferente. Ya seas otaku o cinéfilo, se instalará en tu memoria y vivirá ahí por siempre sin pagar alquiler, porque esta película es cine absoluto.
"Chainsaw Man: El arco de Reze" es una visceral y carismática matrioshka de sensaciones que encierra una tragedia romántica disfrazada de cinta de acción sangrienta y frenética.
Ahora bien, ¿le hace justicia al manga? La respuesta corta es sí; la respuesta larga, sí y, además, lo mejora.
Una buena adaptación es aquélla que, comprendiendo su fuente, la traslada a otro medio y, ahí, con su lenguaje, es capaz de funcionar por sí misma. Y "Chainsaw Man: El arco de Reze" es un excelente ejemplo.
Es fascinante ver cómo un arco que sólo ocupa un tomo y medio, una parte
de la trama breve pero intensa que ya de por sí es espectacular en papel, se convierte en
una auténtica obra de arte que no sólo impacta a quien no ha leído la
obra, sino que también sorprende y sacude a quien la conoce, pues añade algún que otro detalle que le aporta mucha más sustancia.
La dirección de Tatsuya Yoshihara ("Black Clover") recoge el testigo de la visión de Ryû Nakayama y dobla su apuesta no sólo potenciando la narrativa visual de la cinta como sólo el cine sabe hacer, sino también jugando con el encanto caricaturesco de la animación japonesa y su ritmo sui géneris.
Pero esta adaptación va más allá. No se limita a un mero calco de las viñetas, sino que les da un corazón que late con fuerza, y todo, desde lo más vital hasta lo más fútil,
respira y siente como un ente propio, estimulando el progreso de la
trama y sus personajes con una humanidad desbordante. Y esto, en parte, es gracias a la ducha pluma de Hiroshi Seko ("Dorohedoro"), que conecta con la cosmovisión de Tatsuki Fujimoto, empapada de pura cinefilia que retuerce desafiante a la complacencia del público, al que, irónicamente, satisface tanto como el dolor a un masoquista.
Así, esta brillante traslación del manga del autor de "Look Back" no sólo parte de la plena comprensión de las raíces de su ingenioso y truculento imaginario, tan hermoso, absurdo y crudamente humano, sino que también lo eleva con su rimbombante despliegue audiovisual,
donde el equipo técnico nos explota la cabeza con un demencial festival sensorial.
Desde el punto de vista técnico, "Chainsaw Man: El arco de Reze" es una brutal explosión audiovisual que arrasa en la pantalla grande con su vibrante desenfreno experimental.
"Chainsaw Man" es un excelso espectáculo que rezuma esencia cinematográfica por todos sus poros y salta a la vista que MAPPA puso toda la carne en el asador para ofrecernos un increíble despliegue técnico que comprende el mensaje de Fujimoto y su amor por el cine.
Sin embargo, el estudio ha querido ir más allá con la adaptación de este arco de la obra y, al igual que sucedió en la segunda temporada de "Jujutsu Kaisen", se ha despojado de la encorsetada pulcritud de la serie y se ha dejado llevar por un vibrante desenfreno experimental digno de la vertiginosa montaña rusa de emociones fuertes que es esta película.
Así, Tatsuya Yoshihara se pone al frente del equipo que dio vida a la serie, como el diseñador de personajes y director de animación Kazutaka Sugiyama ("Mushoku Tensei: Jobless Reincarnation"), el director de fotografía Teppei Ito ("Jujutsu Kaisen 0") o el director de arte Yusuke Takeda ("El timador timado").
Todo esto, unido a la dirección 3DCGI de Daiki Watanabe —director de animación 3DCGI en "Lazarus"—, quien a su vez se encarga de dirigir la animación 3DCGI, el diseño de color de Naomi Nakano ("El verano en que Hikaru murió") y la edición de Masato Yoshitake ("Tragones y mazmorras"), hace que disfrutes de una portentosa animación que se supera a sí misma con su dinamismo expresionista.
En cuanto al apartado musical, al igual que en "Chainsaw Man", la banda sonora corre a cargo de Kensuke Ushio, cuya música hemos escuchado en otros proyectos como "Heavenly Delusion" o "Tu color".
Aquí, el compositor consolida esta brutal explosión audiovisual firmando una partitura envolvente que pone la piel de gallina y te sumerge en su ambiente, comenzando con una quietud contemplativa y emotiva, lentamente asfixiada por una terrorífica tensión que evoca ecos de la acongojadora atmósfera industrial de Akira Yamaoka en "Silent Hill", hasta estallar en una frenética épica que culmina con un silencio atronador que destila una melancolía tan amarga como una taza de café.
A todo esto, hay que añadirle su acierto al contar con Yasushi Nagura ("Arifureta") en la dirección de sonido, así como con Kenshi Yonezu para interpretar el tema principal y de cierre de la película, quien refuerza la labor del compositor en la construcción de la narrativa musical de un primer amor inocente y caótico, de esos que te maldicen con la nostalgia.
El artista, quien interpretó el tema de cierre de "Los niños del mar", marca el ritmo del film con "Iris Out", un tema excitante que prende la chispa del florecimiento de la historia de amor entre Denji y Reze, que supone un importante punto de inflexión en sus vidas.
En contraposición, pone el broche musical con la complementaria "Jane Doe", una canción melancólica que interpreta a dúo con Hikaru Utada, como si se tratara de un diálogo romántico entre Denji y Reze en el que se buscan mutuamente y se dejan llevar por la ilusión del hilo rojo del destino; el mismo rojo que los cabellos de Makima.
Finalmente, centrándonos en el apartado del doblaje, nos quitamos el sombrero ante su elenco de voces. Sus papeles les van como anillo al dedo y las actuaciones son sobresalientes. Salta a la vista la pasión que ponen en plasmar el carácter de sus personajes y, al mismo tiempo, hacerlos suyos y dotarlos de un carisma sin parangón que convierte la experiencia en el cine en un disfrute para nuestros oídos.
Sin embargo, estas excelsas interpretaciones se vertebran en la buena traducción y localización de Sergio Vaca Cordero, traductor castellano de la serie, que, con discretos e ingeniosos guiños a la cultura pop española y una buena incorporación de la jerga actual, logra que el lenguaje suene mucho más cercano y coloquial, y, así, conecte aún mejor con el público.
Sin duda, se aprecia un cariño muy genuino por ofrecer un producto de la máxima calidad para que los espectadores puedan disfrutarlo en su lengua materna y, francamente, se agradece enormemente. Lo único que lamentamos es que las salas no ofrezcan más pases doblados.
Vale, el público otaku promedio acostumbra a consumir anime subtitulado, e incluso hay puritanos dispuestos a quitarte el carnet imaginario si no lo haces así. Pero seamos realistas: si pretendes llegar a un público más amplio, el doblaje es clave. Atrás quedaron los años en los que este dejaba que desear; ahora, el nivel es muy superior y tenemos voces como la de Joel Jiménez, Cristina Peña o Enrique Carmena, entre otros, que lo dan todo para regalarnos unas actuaciones memorables que nada tienen que envidiar a las de sus homónimos nipones.
Por eso, es de vital importancia no sólo que apoyemos el anime subtitulado en los cines, sino también el doblado. Si queremos reivindicar el poder del anime como medio para contar historias y demostrar que puede equipararse al del resto de la oferta fílmica, el arma definitiva de máximo alcance para ello es el doblaje patrio.
Pero bueno, más allá de este alegato en defensa de ampliar los pases doblados para películas de anime en las salas de cine, "Chainsaw Man: El arco de Reze" está siendo un auténtico bombazo que está arrasando en la taquilla mundial. Y que el cine japonés y su animación tengan tan buena acogida en la cartelera es algo que nos dibuja una sonrisa de oreja a oreja.
En resumidas cuentas, "Chainsaw Man: El arco de Reze" es una vertiginosa montaña rusa de emociones fuertes que explota en tu cara, deja un cráter en tu corazón y se graba a fuego en tu memoria.
Tatsuya Yoshihara firma una espectacular carta de amor al cine que no sólo conecta con el alma de la obra de Tatsuki Fujimoto, sino que también la eleva con un apartado audiovisual demencial y una excelente cocción narrativa que culmina en una vertiginosa montaña rusa de emociones fuertes que demuestra una vez más el apabullante poder de la animación japonesa y su idiosincrásica maestría para contar historias.
Sin duda, "Chainsaw Man: El arco de Reze" es una brutal experiencia en pantalla grande que amalgama varios géneros en un vibrante y deslumbrante cóctel molotov fílmico que explota en tu cara, deja un cráter en tu corazón y se graba a fuego en tu memoria.
Así que, no lo dudes: si te gustan las tragedias románticas bañadas en sangre, explosiones y humor ácido que van más allá de su concepto a través de su capacidad para tocarte muy adentro, y que profesan un fervor apasionado por el séptimo arte, coge tus palomitas —y también pañuelos, por si acaso— y disfruta de esta película.













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